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Los que se juegan hasta el último aliento de vida.

Trabajo y Tedio.
 
En los países civilizados casi todos los hombres son iguales en cuanto al hecho de buscar trabajo para obtener un salario: para todos ellos el trabajo no es sino un medio, no el fin en sí; por eso son poco exigentes al elegir trabajo, el cual sólo les importa por la promesa de la ganancia, siempre que esta sea considerable. Sin embargo, encontramos a unas pocas personas que prefieren morir antes que dedicarse a trabajar a disgusto; son naturalezas que tienden a elegir y difíciles de satisfacer, que no se contentan con una apreciable ganancia, si el trabajo en sí no constituye la ganancia de todas las ganancias. A esta clase de hombres pertenecen los artistas y los contemplativos de todo tipo, así como esos ociosos que se pasan la vida cazando, viajando o dedicándose a intrigas y aventuras amorosas. 
 
Todos éstos quieren el trabajo y la penuria con tal que esté unido al placer, incluyendo el trabajo más duro y penoso si fuera preciso. Por lo demás, muestran una pereza decidida, aunque ésta les acarree pobreza, deshonor, y ponga en peligro su salud y su vida. No temen tanto al aburrimiento cuanto a trabajar a disgusto: incluso necesitan aburrirse mucho si quieren tener éxito en su propio trabajo. Para el pensador, como para todo espíritu sensible, el tedio es esa desagradable "calma chicha" del alma que antecede a la navegación feliz y a los vientos alegres: es preciso soportarlo, esperar el efecto: -esto es precisamente lo que las naturalezas más débiles no pueden obtener de sí mismas de ninguna manera. Ahuyentar de sí el tedio por cualquier medio es tan vulgar como el hecho de trabajar a disgusto. Tal vez sea esto lo que distinga a los asiáticos de los europeos, seres más capaces que éstos últimos para estar en profunda calma durante largo tiempo; incluso sus estupefacientes actúan lentamente y exigen paciencia, al contrario de la repugnante rapidez de ese veneno europeo que es el alcohol.

Friedrich Nietzsche.

Necochea, ciudad al sur.
 
Ubicada al Sur de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, Necochea es visitada mayoritariamente en verano por turistas de todo el país y de lugares que ni te imaginas. Es que siempre algún necochense anda viajando por el globo, en eso se cruza a un amigo que lo acogió bien en el extranjero y como no lo va a invitar entonces a su casa, a esa tierra de olas con fondo de arena, pinos y parques verdes, dunas donde practicar motocross, 4x4 o donde perderse en las noches de luna llena. 

La noche es prendida, la gente buena onda. Los sunset se combinan con bandas en vivo o su cervecita en la playa, la caminata por la rambla y la 83.

Parrillas ​con excelentes carnes, restaurantes de pastas, pizzerías y heladerías, algo típico de la comida argenta.

El balneario en verano y el escape de invierno te espera.

Quequén, en la piel.
 
Pequeña ciudad de playas, médanos, dunas. calles aún de tierra. faro que alumbra a los barcos que llegan de ciudades lejanas, vecinos ancianos y familias que llegaron en busca de una vida más relajada, cerca del mar y las cuatro estaciones del año, para sentir el frío helado del invierno, sus vientos y sudestadas; las sesiones en primavera sin nadie más que los locales en el agua; los veranos de eterna fiesta y buena onda, bandas en la playa, fogones, reencuentros con amigos; y su otoño con su tranquilidad  nos prepara con sesiones algo ventosas y mates calientes al salir del agua. Puede que su paseo en Semana Santa acorte la espera hasta el verano.

Rampas cerca de la playa, Jamming con su restaurante y hostal frente al mar, Costa Bonita a 5 kilómetros te convertirá en ermitaño y puede que consigas tu segundo hogar al llegar de visitas.

 

Quequén, en la piel.
 
Pequeña ciudad de playas, médanos, dunas. calles aún de tierra. faro que alumbra a los barcos que llegan de ciudades lejanas, vecinos ancianos y familias que llegaron en busca de una vida más relajada, cerca del mar y las cuatro estaciones del año, para sentir el frío helado del invierno, sus vientos y sudestadas; las sesiones en primavera sin nadie más que los locales en el agua; los veranos de eterna fiesta y buena onda, bandas en la playa, fogones, reencuentros con amigos; y su otoño con su tranquilidad  nos prepara con sesiones algo ventosas y mates calientes al salir del agua. Puede que su paseo en Semana Santa acorte la espera hasta el verano.

Rampas cerca de la playa, Jamming con su restaurante y hostal frente al mar, Costa Bonita a 5 kilómetros te convertirá en ermitaño y puede que consigas tu segundo hogar al llegar de visitas.

 

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